jueves, 14 de noviembre de 2013

Karlskirche


En el año 1713 y una epidemia de peste asoló Viena. El Emperador (por entonces reinaba Carlos VI) prometió construir un templo dedicado a San Carlos Borromeo (patrono de los apestados) cuando acabase la mortandad. Las obras comenzaron inmediatamente y se tardó 25 años en rematarlas. El resultado fue Karlskirche, una impresionante iglesia barroca en la que se mezclan los elementos clásicos con el estilo de aires orientales. El templo se abre con una amplia escalinata porticada flanqueada por dos torres con aspecto de miranetes árabes. Una vez dentro, no hay que perderse los frescos de la cúpula representando una “Apoteosis de San Carlos Borromeo”, terminados en 1730, ni tampoco el altar mayor. Todo el conjunto presenta un aspecto armónico de notable belleza, visible desde los apartamentos en Viena que se encuentran enfrente de la plaza. Sí tenemos que acercarnos para ver y admirar el tallado en espiral (como si fuera una escalera) de las dos columnas con elementos simbólicos y alegóricos tomados de la vida de San Carlos Borromeo. Los dorados y carmesíes interiores contrastan con el color crema y verde agua del exterior ofreciendo, además, un aire alegre. No en vano, la iglesia se construyó como un momentáneo triunfo de la vida sobre la muerte.




No hay comentarios:

Publicar un comentario